El 21 de diciembre de 1850, Agustín Planque recibe la ordenación sacerdotal de manos de Monseñor Règnier, que acaba de suceder al cardenal Giraud fallecido en abril. El nuevo sacerdote celebrará su primera misa en su iglesia natal, el lunes 23 de diciembre de 1850, y el párroco, Pbro. Baligaud, que reemplaza en Chemy al querido viejo párroco Coudrelier, hace todo lo que puede para que la fiesta sea muy solemne y que el pueblo entero participe.
Nos gustaría conocer los sentimientos de Agustín en el momento de su ordenación. No encontramos ningún rastro en sus recuerdos personales, pero sin embargo queda de él un conjunto de textos, notas de sermones, conferencias que dicen más que cualquier confidencia sobre la idea que él se hacía de su ministerio sacerdotal.
De los textos en que expresa toda su fe, casi habría que decir toda su admiración, ante el sacrificio eucarístico al que gusta definir como "el misterio de la bondad divina" y su acción de gracias por el don de Dios que salva al mundo. "¡Qué importante es el sacerdote, escribe, puesto que recibió del Señor, después de los Apóstoles, el poder de renovar cada día esa ofrenda de Cristo que nos da la reconciliacìon y la paz!" "¡Misterio incomprensible, tan profundo como el amor de Dios por nosotros! Pronuncio palabras ¿pero quién puede comprender? Hay que creer adorar!"
Convencido de la grandeza del sacerdocio, Agustín tiene plena conciencia de su situación de humilde servicio, pues el sacerdote es, según su expresión, sólo el "portavoz de Dios", llamado a darlo a conocer con la palabra y la Eucaristía hasta el extremo de la tierra.
Entonces ¿vivió ya su ordenación sacerdotal como un primer paso -realmente decisivo- hacia un apostolado más lejano?
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