jueves, 13 de agosto de 2015

Capítulo 9º: CON LAS HERMANAS DE COUZON (2)

A “estas mujeres determinadas, firmes y de buen espíritu”[1] el P. Planque visita en febrero de 1867, enviado por el Vicario general de Lyon, el Sr. Pagnon, y acompañado del P. Brun, custodio del convento de los Brotteaux, así como del Sr. Neyret sacerdote de Couzon. Con alegría acogen a este visitante que viene a abrirles “las puertas soleadas del mundo: el África... las misiones” hacia las cuales sueñan frecuentemente partir...[2], también porque él les inspira confianza: “Era, escribe una hermana contemporánea y muy allegada, una figura ciertamente conocida en Lyon la de este sacerdote venerable, sólidamente constituido, de talla menor a la media, cabeza grande con espesos cabellos grises, gran barba, ojos profundos y vivaces... Daba una impresión de fortaleza, de voluntad silenciosa difícil de resistir”[3].
Por su lado, el P. Planque experimentó  una muy buena impresión. Está de nuevo lleno de esperanza y los proyectos marchan bien: “Después de algún tiempo no parece que fueran las mismas. Se han “despabilado” por completo con mis observaciones y se instruyen seriamente. Tienen once novicias de las cuales ¡algunas de una capacidad poco común!”[4] - “Ayer, el P. Cloud asistió a una toma de hábitos en Couzon. Seis postulantes revistieron las libreas de San Francisco y su entusiasmo no era escaso. Se está preparando el futuro para las mujeres de nuestra misión”[5].
Desde el mes de marzo, tres de ellas van al Seminario para ocuparse de la ropa y de la cocina... con la perspectiva, que les encanta, de una próxima partida para Dahomey. Y eso no tarda: el 28 de enero de 1868, en el velero Stella Maria, se embarcarán las primeras religiosas tan largamente esperadas en la costa africana. Son cuatro: Hna. Bonaventure, que será la superiora, Hnas. Angèle, Marie du Sacré-Coeur y Saint Bruno y el viaje largo y difícil las conducirá a Porto-Novo donde llegarán el 6 de abril. Inmediatamente, empezarán la obra, es decir las visitas a las chozas, el rescate de los pequeños esclavos, la organización de la escuela. “Darán una vida importante a la misión, escribe el P. Planque, revalorizando a la mujer y permitiéndole fundar la verdadera familia cristiana por casamientos entre fieles”[6].



[1] Estas palabras expresan ciertamente su estima por las Hermanas que el P. Planque anuncia al P. Courdioux la llegada de las cuatro primeras a Porto–Novo en 1868.
[2] Según el libro sobre las Hermanas Franciscanas de la Propagación de la Fe, Je te donnerai les nations en héritage, 1953, p.55
[3] Op. cit., pp.55 y 56
[4] Carta de Planque al P. Courdioux, 17.11.1867.
[5] Carta de Planque al mismo, 15.12.1867.
[6] Carta de Planque al Consejo Central de la Propagación de la fe, 11.4.1868 - cf. otras cartas en 1868 y 1869.

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