1. Una “sucursal” (4)
Ciertamente, necesita mujeres, como debían serlo Agustina Planque, su madre, la Tía Poupart y algunas otras[1]. A ellas, seguramente, debe el haber brindado a las hermanas y otras mujeres de su entorno, estima y respeto, habiéndoles tenido confianza, dándoles responsabilidades como las que dejaba a los Padres... lo que lo lleva bastante adelante de su propia época en que la mujer menor de edad era juzgada inepta para cubrir cualquier cargo o función. Él deseaba que las postulantes tuviesen optimismo y alegría; el mejor remedio, considera, para el abatimiento y “en el clima del África, una franca alegría será a menudo una parte importante de la salud”[2]. Que tengan “la inteligencia para aprender”, bastantes aptitudes y capacidades para arreglarse en toda clase de tareas[3]. En fin, que sean hábiles para “arreglárselas” incluso si tiene que aceptar a veces que “lo que se llama una hermana desenvuelta ¡no es tan fácil encontrar como se piensa!...[4]. En una palabra, ¡el Superior quiere “verdaderas mujeres” y no niñitas! Pero sabe también moderar sus exigencias: “¡Si tuviese que pedir la perfección sería algo imposible!... Debemos contar con la gracia que nos vuelve mejores”[5]. “¡Y la postulante de la Capilla Saint Florent, inteligente, dotada de un excelente carácter, muy seria y que aprende fácilmente”!.. ¡es ya un excelente modelo!... “una joven como harían falta muchas...!”[6]. “¡Por el contrario la Srta. X..., que se escandaliza de todo, no está hecha para nosotros...!”
Ciertamente, necesita mujeres, como debían serlo Agustina Planque, su madre, la Tía Poupart y algunas otras[1]. A ellas, seguramente, debe el haber brindado a las hermanas y otras mujeres de su entorno, estima y respeto, habiéndoles tenido confianza, dándoles responsabilidades como las que dejaba a los Padres... lo que lo lleva bastante adelante de su propia época en que la mujer menor de edad era juzgada inepta para cubrir cualquier cargo o función. Él deseaba que las postulantes tuviesen optimismo y alegría; el mejor remedio, considera, para el abatimiento y “en el clima del África, una franca alegría será a menudo una parte importante de la salud”[2]. Que tengan “la inteligencia para aprender”, bastantes aptitudes y capacidades para arreglarse en toda clase de tareas[3]. En fin, que sean hábiles para “arreglárselas” incluso si tiene que aceptar a veces que “lo que se llama una hermana desenvuelta ¡no es tan fácil encontrar como se piensa!...[4]. En una palabra, ¡el Superior quiere “verdaderas mujeres” y no niñitas! Pero sabe también moderar sus exigencias: “¡Si tuviese que pedir la perfección sería algo imposible!... Debemos contar con la gracia que nos vuelve mejores”[5]. “¡Y la postulante de la Capilla Saint Florent, inteligente, dotada de un excelente carácter, muy seria y que aprende fácilmente”!.. ¡es ya un excelente modelo!... “una joven como harían falta muchas...!”[6]. “¡Por el contrario la Srta. X..., que se escandaliza de todo, no está hecha para nosotros...!”
[1] Le sucedía que daba a su madre como
ejemplo a las Hnas jóvenes por el coraje y la energía de su vida (cuadernos de
recuerdos de las Hermanas). Quizás nombraba también a la conocida madre de la
Hna. Maxime de quién habla a menudo.
[2] L. Pl. a las Hnas, Perpétue y
Vincent, 21.5.1879.
[3] Distintas cartas, 1898
[4] L. Pl. a la Hna. Marie de
L’Assomption, 24.11.1895.
[5] L. Pl. al P. Bonnefoux, 18.10.1865.
[6] L. Pl. a la Hna. Monique,
11.6.1878.
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