1- EL SUCESOR (4)
En el momento en que Agustín está a punto de partir, convendría quizás considerar una vez más las consecuencias ya previsibles que le traerá el cambio ocurrido.
Por segunda vez se sumergirá en la aventura. La primera, la recordamos, fue al dejar Arras, cuando, bien instalado en un ministerio que podía convenirle, eligió seguir a Brésillac cuyos proyectos, sin embargo, no tenían todavía gran porvenir.
Ahora la aventura corre el riesgo de fracasar ¿ se puede acaso hablar de porvenir?
A la incertidumbre que ensombrece su destino personal, debe agregarse el temor de arrastrar con él, en un callejón sin salida, a sacerdotes y estudiantes que esperan son conocer el mañana.
El nuevo Superior no se ha interrogado primero sobre sí mismo. Sin embargo, se había convenido que pasado un tiempo en Lyon (*1) iría también él al Africa. Se da cuenta en ese momento que está a punto de renunciar a ello y de encerrarse en una especie de círculo vicioso del que no saldrá, tanto menos que Roma, aprovechando su obediencia y gran disponibilidad, le ayudará muy poco a encontrar la solución. Partir de ese momento sería abandonar el Seminario...y ¿durante cuánto tiempo aún, la casa necesitará una presencia constante, una dirección firme y continua? Pero quedarse es condenarse a los puestos de retaguardia, provarse de la experiencia vivida codo a codo con sus Hermanos en plena acción. Sería permanecer como marginado, alejado de la realidad que se vive en Africa.
¿Cómo dirigir la misión a la distancia, sabiendo sólo de oídas lo que pasa allá, esperando cartas e informes para estar al corriente, recogiendo aquí y allá algunas noticias de la vida diaria de los suyos?
No podía dejar de percibir las frustraciones que tendría que soportar, sin embargo aceptó todo de entrada-sin demorarse en pensarlo demasiado-como el precio a pagar, para enfrentar "el dobre deber que se imponía a sí mismo: continuar una Sociedad que acababa de ser consagrada por medio de un gran sacrificio y tratar de prevenir la repetición de otro desastre similar." (*2)
Entonces él, que en verdad, no tiene nada de un místico, se erguirá despues de los días de prueba, como fortalecido en su fe pero sobre todo marcado por el misterio de la Pasión de Cristo. El Via Crucis le es familiar desde que, en Lille y en el Seminario, se acostumbró a meditar las estciones. Pero ahora ese camino de convierte cada vez más en un largo camino de dolor, pues piensa que Dios quiere imprimir sobre toda su vida el sello del sacrificio. la voluntad del Padre no puede ser más que curcificante para él, como lo fue para su Hijo, y la obra que se prepara a conducir estará marcada inevitablemente por el signo de la pasión y la sangre del Señor. tal es su íntima convicción: "Amemos a Jesús en los sufrimeintos. No reconoce un amor que no esté marcado con sangre, al igual que el suyo..." (*3)
*1- Carta de Brésillac a Planque, a fin de mayo de 1856: Le decía: "Usted vendrá a reunirse conmigo". Cf. el Registro de la Resolución Solemne, tomo I: en la fecha del 24/7/1856, el Padre Planque, nombrado Superiro de la casa de Lyon, escribió después de la resolución: "Sin perder la esperanza de ir en misión cuando me corresponda:::"
*2- Carta de Planque aL Card. Barnabo, 27/9/1859
*3- "Extraits des Sermons", AMA
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