domingo, 31 de mayo de 2015

CAPITULO 7: HACIA OTRA ÁFRICA (14)

2- ¿VICARIATO APOSTÓLICO? (3)
A partir de allí es un diálogo sordo que se instala entre Roma y Lyon. La Propagación de la Fe no retrocede en su decisión. Continúa pidiendo al padre Planque que elija él mismo. pero debe saber que solo se convertirá en obispo si va a residir al Dahomey. Por su lado, el Superior de las Misiones Africanas se mantiene firme: ¿Qué podría elegir: la mitra, abandonando el seminario y la gestión de la Sociedad o el mantenimiento de su presencia en Lyon dejando que se le atribuya la idea de que rehúsa África o incluso que le tiene miedo? (*1)

A fin de desbloquear un asunto que se eterniza, acepta que sus dos Consejeros, el Padre Arnal y Papetart, que le son cercanos y muy vinculados, vayan a roma para presentar su punto de vista sobre los problemas de la Sociedad y sobre la acción conducida por el padre Planque. Pero ese viaje, lleno de buena voluntad y de grandes deseos, quedará también sin resultado pues, desentendidos de la diplomacia vaticana, complican aún más la situación tanto que no la hacen evolucionar.

Más adelante, siempre a monseñor Jacobini que se esfuerza por sostenerlo en los centros romanos, el Superior confiará cuanta pena y decepción le causó ese largo asunto: "Hubiera podido hacer trampas porque me hubiese sido fácil partir en misión, como tan fácil regresar rápidamente por motivos serios y seguir finalmente el único plan que, con el Cardenal Barnabo, creía realizable. Pero no quise entrar en esa vía, incluso si el consejo me había sido dado por personas de alto rango en la iglesia y a la que consultaba regularmente. La Propagación de la Fe podía ordenarme y yo habría obedecido, sólo que no podía tomar la responsabilidad de lo que consideraba contrario al bien." (*2)
Vuelta la serenidad se manifestará aún y casi con los mismos términos a su amigo Fava: "Hubiese aceptado el episcopado por interés y prestigio de la Obra. pero estaba convencido que mi partida del seminario con esa cláusula de la residencia en misión habría sido el fin de todo. Menos mal que ese proyecto no tuvo éxito. Hoy creo ver en eso una protección de Dios sobre la Sociedad." (*3)

A partir de diciembre de 1872, de una y otra parte parece encaminarse, y de modo definitivo, hacia el statuo quo. Años más tarde, en 1888, otras voces autorizadas intentarán hacerse escuchar de nuevo para pedir al Papa León XIII que reconozca "la forma asombrosa en la que el Padre Planque ha sabido conducir la Sociedad desde la muerte de Brésillac." (*4) ¿No se lo podrían acordar finalmente los poderes generales que confiere el episcopado, en consideración a la magnitud de sus funciones de Superior General? (*5) Con el obispo de Grenoble, serán otros cinco prelados los que presentarán esta petición (*6) y desearán que se nombre al Padre Planque en el puesto de Vicario Apostólico de Egipto, una función que podría convenirle, no siendo incompatible en ese momento con sus otras responsabilidades (*7), facilitaría su administración consolidando el porvenir de su Obra. Pero, como las precedentes, ésta propuesta quedará en letra muerta y sin futuro. Continuará el silencio de Roma y la situación del Superior permanecerá hasta el fin sin cambios.

Entonces se comprende su alegría, que no debía estar exenta de alivio... y hasta de un cierto humor, cuando en 1891, recibió de Roma, el Breve que nombraba al Padre J.B. Chausse, Vicario Apostólico de Benín...Al fin un primer obispo era dado a la Sociedad! El Superior vivió el acontecimiento con orgullo y en paz. El mismo presentó esa candidatura, como presentó después las de los Padres Pellet, Lang, Dartois, Albert...Una gran esperanza estaba por fin colmada: la de ver a la Sociedad, por sus Vicarios Apostólicos, introducida por completo en la iglesia. Una señal se había dado de la aprobación de las Misiones Africanas, esa señal que el Padre había esperado pacientemente desde hacía tanto tiempo!

Con más de ciento veinte años de distancia, tales debates y dilaciones sin fin han perdido su importancia, parecen hasta estériles e inútiles. Pero, en el contexto de la época y sobre todo en el arraigo tan penoso de la Sociedad en África, aquellos no podían ser percibidos sino como rechazo o aceptación, con un sentimiento de decepción o de esperanza. En ciertos momentos, el rigor de la ley parecía anteponerse a un discernimiento verdadero que habría conducido a buscar antes que nada el mayor bien de la evangelización...Es seguro que el Padre Planque resultó marcado por la actitud de Roma, o al menos por la de algunos prelados, con respecto a él, aún cuando se tratara más de incomprensión que de falta de confianza. Pero no por esto fue menos hijo de la iglesia, sino siempre permaneció como tal, con tenacidad y devoción.
No recibió la gracia de la ordenación episcopal...Su propia gracia, fue continuar sirviendo en la sencillez, dando a todos los suyos el testimonio y el ejemplo del desprendimiento y de una fidelidad capaz de resistir todas las contrariedades. 



*1- Cf. Lavigerie a Barnabo, 13/12/1871.

*2- Carta de Planque a Monseñor Jacobini, 28/10/1872.

*3- Carta de Planque a Fava, 16/11/1878.

*4- Según la carta de Monseñor Fava al papa León XIII, 8/1/1888.

*5- Dieciséis años más tarde, Monseñor Fava retoma aquí, la idea del Cardenal Barnabo.

*6- Los otros cinco prelados son: C. Desprez, arzobispo de Toulouse; C. Langénieux, arzobispo de Reims; Desiré -Joseph, obispo de Arras; Gillaume-Joseph, obispo de Mans; Victor, obispo de Aire y Dax. Los Padres Desribes y Bricet habían apoyado la gestión antre Monseñor Fava.

*7- En ese momento el Padre Planque ya ha descargado una parte de sus responsabilidades sobre otros Hermanos.

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