Si periódicamente, fermentaron en la Sociedad, algunos movimientos profundos que constituyeron una amenaza seria para la cohesión del grupo y para sus esperanzas de éxito apostólico, éstos no eran ni imprevistos, ni repentinos.
Había bastante descontento, disgustos o desilusiones que oscurecían el horizonte y causarían nuevas tormentas.
En las horas de su más oscuro desaliento, el padre Borghero lo había afirmado: la misión era dura, imposible, sobrehumana...
Veinte años después de él, la tristeza de los duelos está siempre allí, puede desmoralizar a los más fuertes, sin contar que las jornadas cansadoras de sol o de luchas han mermado el juicio en unos y otros y su autodominio. Si no, cómo explicar la violencia de ciertos escritos, los desbordes de palabras mal controladas y la ausencia de todo fundamento en las acusaciones hechas sin pruebas?
Para debilitar las comunidades, hubo también partidas y abandonos. Es un hecho que algunos Padres, activos y fervorosos sin duda, vinieron a las Misiones Africanas como verdaderos "seculares", pensando en conservar su independencia. Desde entonces, soportan mal los reglamentos y constituciones y no comprenden nada de ese espíritu de cuerpo, de la familia bien unida de la que Brésillac y Planque hicieron uno de los pilares de base en la Sociedad. Esos pocos misioneros, encuentran muy pronto, el pretexto para desatar los lazos que han malamente aceptado o para reclamar ese poder que niegan a los que lo detenían. Así, se introduce un perjuicio que puede minar en un grupo, el sentido de su acción.
Sin duda, para reasegurar y elevar los espíritus turbados, el Padre Planque está allí, buscando convencer, siempre presente...con su correspondencia al menos, porque muchas veces está lejos de los lugares donde se traman las pequeñas intrigas. Pero de qué manera ser eficaz cuando la oposición se alza precisamente, contra su autoridad de Superior? (1)
Los misioneros tienen razón ciertamente, hay que hacer reformas. La Sociedad necesita descentralizarse aprovechando a los consejeros responsables de territorios, que deberían ser regularmente más consultados, y aportarían así, una iluminación distinta, a los problemas de la misión.
Sobre la legitimidad de las funciones del padre Planque- que es inatacable- es donde los más belicosos se equivocan gravemente. Solamente se podrá lamentar- y hasta el final de su prolongado cargo- que no haya recibido, a la muerte de Brésillac, una consagración más oficial...y que tendría que haber llegado hasta el episcopado.
Se ha dicho- y se repetirá con razón- que en Roma no ha dejado de ser amado y respetado por su acción y por la dignidad de su vida...Pero para que pudiera imponerse en las horas difíciles, y responder a algunos insumisos, hubiese necesitado más.
- La primera revisión de las Constituciones confirmó, en efecto, al padre Planque, en la totalidad de sus poderes, tanto sobre las personas como sobre las obras y los bienes de la Sociedad.
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