domingo, 15 de enero de 2017

Capítulo 12: PROTESTAS Y CRISIS (7)

3- La revisión de las Constituciones (1)

Los desacuerdos más graves que hayan llegado a perturbar la unión de la Sociedad estallan con la implementación, por largo tiempo esperada, de una revisión de las Constituciones.
Desacuerdo profundo que dejará cicatrices en las relaciones del Superior con algunos de sus hijos.

Después de los malos días de Niza y de El Cabo, el Padre tiene un gran deseo de volver a la paz. Y queriendo dar a sus Hermanos una prueba evidente de su buena voluntad, con una gestión que cree les será agradable, renueva en Roma, el pedido de un reconocimiento de los estatutos de la Sociedad (1). Varias veces deseó obtener "una aprobación más oficial" que la dada precedentemente por el Cardenal de Bonald. Ha llegado el momento, le parece, de aportar a ese asunto, en suma muy jurídico, una conclusión que, al mismo tiempo, sería un punto de apoyo para su autoridad constantemente comprometida. "Es bueno desear que nuestros Estatutos reciban de la Propaganda Fide, al menos una primera consagración" (2) y el Cardenal Prefecto, convencido igualmente de esa necesidad, le ruega enviar, para mejorar, el texto de 1864, "las modificaciones más útiles que la experiencia le haya mostrado para el desarrollo del Instituto." (3)

Estamos en julio de 1885 y el Padre Planque, quien sin demorar ha suministrado los informes pedidos (4), espera una revisión rápida y sin problema. De hecho, acaba de ubicarse al frente de controversias y conflictos que durante largos años le perturbarán gravemente a él y a toda la Sociedad...Porque, conforme a una orden juzgada preferible (5), la Propaganda, "reunidos como consultores" en Asambleas plenarias, decidió volver a ver el conjunto de los artículos redactados veinte años antes con Barnabo. Cuando Brésillac- y Planque con él- deseaba a toda costa mantener la unidad del gobierno (6), la decisión romana substituye esa regla con la división de los poderes.
Atribuye al jefe de misión la autoridad en todo lo que respecta a la jurisdicción confiada por la Santa Sede y deja al Superior de comunidad, la obligación de dirigir la vida de los Hermanos.

El padre Planque fuertemente opuesto a ese cambio, debatirá largamente con todos los expertos romanos en nombre de la voluntad misma del Fundador, aunque en vano, y qué hacer sino someterse, esforzándose por entrar en los proyectos de la Propaganda Fide, haciéndolos suyos para convencer mejor a los miembros de la Sociedad. Y, aunque está fastidiado, no cesará de ser fiel a Roma. De hecho, desde la primera redacción del Estatuto ha pasado el tiempo (7), y también los Prefectos que ahora se apoyan en los nuevos (8) textos. El futuro dará la prueba de que, en definitiva, la separación de poderes a la que teme tanto, favorecerá su autoridad de Superior General y no la contradecirá.



  1. Esta gestión le da ocasión de recordar al Prefecto que "el Fundador quiso hacer una Sociedad gobernada por un Superior efectivo. El centro de la Sociedad debe ser un verdadero gobierno." Carta a Simeoni, 10/4/1879.
  2. Cf. las cartas a la Propaganda Fide, 6/2/1882 y 7/3/1885. En 1864, Roma había preferido remitir una aprobación definitiva para más adelante. 
  3. Carta del Cardenal Simeoni al Padre Planque, 30/3/1885.
  4. El padre Planque responde en julio siguiente.
  5. El Padre Planque expresa su desacuerdo con esa orden que le parece completamente ilógica. Cf. carta al Prefecto, 8/7/1886.
  6. A la inversa de lo que sucedía en Las Misiones Extranjeras de París, sabemos que Brésillac quería que el Superior general fuese a la vez, responsable de los Padres y de las obras en misión.
  7. Las de 1864, como se ha dicho antes.
  8. Hubo entre otros, como nuevos documentos, la Bula Firmandis (Benedicto XIV, 1744), revalorizada y el Documento Romanos Pontífices, de León XIII en 1881.

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