domingo, 19 de julio de 2009

EL SEMINARIO MENOR DE CAMBRAI

Como consecuencia del Concordato de 1801 (firmado entre Napoleón 1º y el Papa Pío VII), que puso fin a largos años de perturbaciones, persecuciones y desórdenes en la Iglesia de Francia; la diócesis del Norte, recibió a Monseñor Luis Belmas, como nuevo titular episcopal de la sede de Cambrai. En una región donde tantas iglesias habían sido destruídas, mientras otras permanecián desorganizadas o abandonadas, el obispo Belmas se hizo cargo de reconstruir un clero más joven, más numeroso y sobre todo,más formado.
Por eso en 1807 crea un seminario diocesano. Al año siguiente, con el fin de facilitar el reclutamiento de los futros clérigos, comienza el seminario menor. Este tuvo bastantes dificultades antes de poder ser autónomo y emprender una carrera que sería larga y brillante. Entre 1840 y 1850 comienza la época de las reformas y de las innovaciones, una suerte para Agustín que ingresa en Cambrai en octubre de 1841.
En 1842, monseñor Giraud, sucede a Belmas. Si bien tienen estilos diferentes, coinciden en su deseo de proporcionar una buena formación espiritual e intelectual a los seminaristas.
Los cursos de catequesis ocupan un lugar importante, y los momentos dedicados a la oración, a los retiros, a la reflexión, son siempre respetados. Se multiplican las ocasiones de fiestas religiosas, por ejemplo, en la capilla del seminario, ya el 8 de diciembre de 1842, se festeja la Inmaculada Concepción de la Virgen María, , y se crea una congregación mariana (como muchas otras que surgieron en ese momento) para sostener la fe y oración de los adolescentes.
En 1844, se coloca un Via Crucis en el seminario menor y se establece la costumbre de rezarlo cada día. Agustín permanecerá fiel a esta devoción hasta el final de su vida.
El nivel de los estudios es elevado, lo que contribuye a la buena fama del colegio.
Entre los profesores a los que Agustín deberá su reconocimiento, cabe mencionar especialmente al Señor Destaubes, profesor de historia y geografía en los dos últimos años. Este hombre de gran erudición, tenía la capacidad de despertar en sus alumnos la curiosidad y de comunicarles el gusto por la investigación. El joven seminarista Agustin, aprovechó al máximo los cursos del profesor y aprendió sobre todo, a dibujar mapas, lo que más tarde, le será de gran utilidad.
Agustín termina el Seminario Menor en junio de 1845 y rinde el examen para el ingreso al Seminario Mayor.

LA VIDA EN CASA DE LOS POUPART

La casa estaba ubicada en la calle Royale, la principal avenida de un barrio aristocrático y tranquilo. Según relata el P. Planque, la casa estaba "regulada como un convento." Tanto la dueña de casa como su empleada se preocupaban por el orden y el respeto de los horarios.
Se leía mucho en la casa de la buena tía: el Evangelio, la vida de los Santos, el Martirologio y los Anales de la Propagación de la Fe que habían comenzado a aparecer en 1826 y tenían por objetivo, dar a conocer la obra fundada por Pauline de Jaricot, en Lyon.
La tía se asegúró la colaboración del sacerdote vicario de la parroquia, para iniciar a Agustín en el latín.
Catherine, la empleada doméstica de la tía, enseñó a Agustín a rezar el Padre Nuestro, con todo el corazón.
En la calle Royale, sometido a una disciplina que lo llevaba al dominio de sí, Agustín ya había medido las exigencias a las que se enfrentaría a lo largo del camino que iba a emprender hacia el sacerdocio.
En 1851 ingresa en el Seminario Menor de Cambrai.
Agustín siempre conservará un gran reconocimiento a la tía por la benevolencia que le había prodigado y por el clima de vida cristiana en el que le permitió vivir.