jueves, 8 de octubre de 2015

CAPÍTULO DÉCIMO: “ME DECIDÍ A FUNDAR” (4)

 1. Una “sucursal” (4)
Ciertamente, necesita mujeres, como debían serlo Agustina Planque, su madre, la Tía Poupart y algunas otras[1]. A ellas, seguramente, debe el haber brindado a las hermanas y otras mujeres de su entorno, estima y respeto, habiéndoles tenido confianza, dándoles responsabilidades como las que dejaba a los Padres... lo que lo lleva bastante  adelante de su propia época en que la mujer menor de edad era juzgada inepta para cubrir cualquier cargo o función. Él deseaba que las postulantes tuviesen optimismo y alegría; el mejor remedio, considera, para el abatimiento y “en el clima del África, una franca alegría será a menudo una parte importante de la salud”[2]. Que tengan “la inteligencia para aprender”, bastantes aptitudes y capacidades para arreglarse en toda clase de tareas[3]. En fin, que sean hábiles para “arreglárselas” incluso si tiene que aceptar a veces que “lo que se llama una hermana desenvuelta ¡no es tan fácil encontrar como se piensa!...[4]. En una palabra, ¡el Superior quiere “verdaderas mujeres” y no niñitas! Pero sabe también moderar sus exigencias: “¡Si tuviese que pedir la perfección sería algo imposible!... Debemos contar con la gracia que nos vuelve mejores”[5]. “¡Y la postulante de la Capilla Saint Florent, inteligente, dotada de un excelente carácter, muy seria y que aprende fácilmente”!.. ¡es ya un excelente modelo!... “una joven como harían falta muchas...!”[6]. “¡Por el contrario la Srta. X..., que se escandaliza de todo, no está hecha para nosotros...!”




[1] Le sucedía que daba a su madre como ejemplo a las Hnas jóvenes por el coraje y la energía de su vida (cuadernos de recuerdos de las Hermanas). Quizás nombraba también a la conocida madre de la Hna. Maxime de quién habla a menudo.
[2] L. Pl. a las Hnas, Perpétue y Vincent, 21.5.1879.
[3] Distintas cartas, 1898
[4] L. Pl. a la Hna. Marie de L’Assomption, 24.11.1895.
[5] L. Pl. al P. Bonnefoux, 18.10.1865.
[6] L. Pl. a la Hna. Monique, 11.6.1878.

martes, 6 de octubre de 2015

CAPÍTULO DÉCIMO: “ME DECIDÍ A FUNDAR” (3)

1. Una “sucursal” (3)
En adelante las novicias tienen un refugio asegurado.
Parece cierto que entraron en mayo de ese mismo año... ¿Era el 1ero de mayo? - como lo afirma una tradición que se ha  mantenido en las Hermanas más antiguas[1]. ¿Y el Superior se encontraba incluso en Lyon ese día? Es difícil asegurarlo. Entre febrero y mediados de mayo, hizo varios desplazamientos a Niza y a Roma... ¡Pero finalmente no interesa si la fecha es exacta o solamente simbólica! El Padre Planque amaba tanto celebrar el comienzo del mes de María cuya  predicación aseguró más de una vez, que se puede seguir viendo ese día como el de la fundación... y ¿por qué no? en Fourvière!
Y la casa se llena... Seguimos esta progresión que el Padre no deja de citar en su correspondencia, dichoso de tranquilizar a las misioneras sobre el próximo relevo. De nueve  llegaron a quince para fin de año y de veintiuna en 1878, fueron cincuenta y cuatro una decena de años después... A la pregunta planteada por un sacerdote del exterior, “¿De qué condición social son las jóvenes que Dios llama al apostolado de sus misiones? “el Superior responde con buen humor: “según su voluntad, vienen un poco de todos lados... Jesucristo toma a menudo para el apostolado en la categoría de los pescadores del lago de Génésareth... El mismo era obrero, filius fabri, y su madre era la mujer de un artesano![2]
Pero hay algo mucho más importante que debemos notar, si las primeras novicias - y las de Couzon particularmente - eran originarias de diferentes lugares de Francia, se ve llegar ahora a otras de más allá de las fronteras: de Irlanda, de Suiza, de Inglaterra, de Italia y hasta de Siria[3]: en diez años de existencia, seis nacionalidades están presentes en el Instituto, catorce al cabo de veinte años... y tres continentes: ¡incluso una latinoamericana!... Cómo no recordar a Gabriela Quinteros que, nacida en Córdoba, Argentina[4], llegó a Francia para visitar a parientes... y ¡se quedó! Convertida en Hna. Macaire, será una de las primeras en llegar a la Côte d’Ivoire, pero por desgracia también, una de las dos víctimas de la fiebre amarilla que desvastó, a comienzo del siglo, la región de Grand-Bassam[5]. Así la Congregación puede decirse internacional desde su origen y el Padre Planque, que deseó sociedades de Padres y de Hermanas “verdaderamente universales”, se siente colmado...[6].
¿Es decir que interesa sólo la cantidad?... ¡Es un error creer que quien recibe a las postulantes, no muestra hacia ellas serias exigencias! siendo la primera evidentemente, un muy determinado deseo de consagrarse a Dios, de vivir para El en la misión de África y... ¡no pasarse la vida buscando su camino!... “Si después de una madura y muy madura reflexión, creen que Dios las llama a trabajar en nuestras misiones, pueden venir al Moulin-à-Vent”[7].
Para mantenerse en una vocación, que debe prestarse a cualquier tarea, quiere mujeres fuertes y enérgicas, con un espíritu maduro, “sin amaneramientos ni infantilismos”, un juicio recto para considerar a personas y situaciones, bastante dominio de sí mismas y de abnegación para cumplir un trabajo serio sin medir demasiado su pena. Escribió, cuando hablaba de las cualidades necesarias de las futuras Hermanas: “El punto más importante y necesario es una voluntad firme y también la entrega de si misma. Para mí, cuando hay que decidir una admisión, sólo veo la magnitud de la devoción a Dios, la nobleza de los sentimientos sobrenaturales que hace abandonar todo para servirle y extender su reino, con una real y firme voluntad”[8]



[1] Según algunas Hermanas, hubo una ceremonia en Fourvière, para otras, la fiesta fue en la capilla de la casa.
[2] L. Pl. a un abate, 11.11.1884.
[3] El Padre habla hasta de una postulante argelina, cf. Carta a la Hna. Joseph, 13.3.1878.
[4] L. Pl. al P. Superior de los Lazaristas en Buenos Aires, 18.8.1888: “Deseo haga saber a la Hermana de Caridad que trajo a una postulante de Córdoba que la joven satisface a su maestra de novicias”.
[5] Hna. Macaire murió en Grand-Bassam en 1903. ¿Simple coincidencia? En Córdoba la Congregación se ha reunido con los Padres en 1982 para realizar una animación pastoral y misionera de la región.
[6] Actualmente, las Hermanas son de veinte nacionalidades diferentes.
[7] L. Pl. a una futura postulante, 2.5.1897.
[8] L. Pl. a un abate, carta citada en punto 18.

lunes, 5 de octubre de 2015

CAPÍTULO DÉCIMO: “ME DECIDÍ A FUNDAR” (2)

1. Una “sucursal” (2)
Dicho de otro modo, esa “sucursal” anunciada sería simplemente el embrión de un nuevo Instituto... Una fundación está empezando y casi no es una sorpresa, en tanto que la marcha de los acontecimientos desde hacía algunos meses conducía lógicamente a esa solución. Pero hay que reconocer que el momento es más bien mal elegido. Los años 1876 a 1878 se computarán para el P. Planque entre los más oscuros. El Obispo de Oran murió, recordémoslo, en noviembre de 1875 y las consecuencias del retiro de Argelia quedan por arreglarse. Muere también el Arzobispo de Lyon, Mons. Ginoulhiac, tan benevolente y comprensivo, y algunos meses después muere también Apollinaire Planque, el hermano muy amado de Agustín[1], y todos esos duelos son pesados de llevar[2]. Más inquietante aún para la paz y el equilibrio, un conflicto empezado en el Cabo y en Niza, amenaza causar una extrema agitación en las casas. Para restablecer la calma y la armonía, el P. Planque tendrá verdaderas dificultades.
Sin embargo, en ese mismo tiempo va a “fundar”... cuando, durante veinte años, nunca consideró hacerlo. Ahí está además el lado desconcertante, incluso paradójico, de su acción. Pero debemos ciertamente admitir que los golpes duros galvanizan y multiplican por diez sus energías. Pues él cree, en el sentido profundo de la palabra. Lee los signos y busca en ellos cuál es la voluntad de Dios que es la única norma de conducta y decisión. Esta vez la señal está aquí. La mezquina controversia que lo enfrentó a la Madre Bonaventure no le impidió alegrarse de tener finalmente hermanas en África y las de Couzon respondieron a su esperanza, de lo cual a menudo se congratuló en sus informes enviados a Roma o a la Propagación de la Fe. Hay que continuar.
Curiosamente, no parece demasiado turbado de su decisión. “Esa nueva comunidad parece ponerse en marcha de manera satisfactoria”, avanzando paso a paso[3]. Y hasta “si tuvo dificultad para decidirse, apremiado por personas muy serias y obligado por la necesidad”, escribirá más tarde “comenzó a reunir a algunas jóvenes”[4].
Para tranquilizarlo plenamente sobre lo acertado de su decisión, el P. Planque recibió de Roma no solamente las autorizaciones necesarias, sino también grandes estímulos. Se dice a menudo que, en su gestión todavía vacilante, el Cardenal Prefecto respondió con estas palabras: “¿Quiere Hermanas? ¡Hágalas!...” No es seguro que esto sea cierto[5]. No obstante podemos creerle al Fundador cuando escribe: “En la Propaganda me empujaron a fundar estas Hermanas”[6]. En Roma, no le faltaron amigos para hablarle de igual modo y animarlo en ese camino. Cuando diez años más tarde, invitará a Mons. Cretoni[7] “a tomar unas pequeñas vacaciones en Lyon, “se sentirá feliz de recordárselo: “Verá con nuestro Seminario, la otra comunidad que me empujó a fundar y para cuyas reglas me ofreció apuntes”[8]. En ese momento (1886), agregará incluso, no sin poco orgullo: “La décima casa está fundándose y me piden todavía otras dos”... ¡Eso es tanto como decir que el arranque había sido bien hecho!
Y es cierto de que, desde el comienzo de 1876, todo llegará a su tiempo. Hace falta un local, pero se puede tomar el que el Seminario - instalándose paseo des Brosses - dejó vacío en la gran calle de la Guillotière. El P. Planque, que lo había alquilado, se ocupó ya de anular el arrendamiento[9]. Eso será cosa cumplida en la primavera[10]


[1] Se trata del Padre de M. L. Planque, la futura Hermana Augustin.
[2] Otras tantas muertes que vienen a agregarse a todas las del África: 32 decesos desde la fundación de las cuales 23 en misión.
[3] L. Pl. al P. Durieu, 20.12.1876
[4] L. Pl. al C. Prefecto, 22.1.1901.
[5] La palabra aparece en Un Grand Africain, op. cit.p.102 y en otros relatos de la fundación (Archivos NDA)
[6] L. Pl. a la Srta. X... 11.9.1886.
[7] Uno de los secretarios de la Propaganda Fide.
[8] L. Pl. a Mons. Cretoni, 11.8.1886.
[9] L. Pl. al P. Codant, 28.12.1875. “Este local está en este momento en posesión de un síndico de quiebra, pero mañana mismo, debe hacer el control de los daños y el resto de las formalidades legales no tardará en ejecutarse para nuestro ingreso en posesión”.
[10] L. Pl. al P. Codant, 11.2.1876: desde hace tres días, dispone de la casa... 

CAPÍTULO DÉCIMO: “ME DECIDÍ A FUNDAR” (1)

1. Una “sucursal” (1)
La colaboración con Couzon terminó en sufrimiento y decepción, dejando en ambas partes amargura y algo de animosidad. Al menos la situación se hizo más clara para todos y todas. De ambos lados hay esperanzas de partir hacia nuevos proyectos y dejar que el tiempo borre los recuerdos de pena, restableciendo la amistad y la estima recíproca de los primeros días...
Pero el P. Planque debe encontrar otro refugio para albergar “las nueve religiosas o novicias que dejaron Montplaisir para seguir el camino de las misiones”[1]. Durante el verano, previendo la tormenta, ya contactó otra comunidad, también franciscana, la de la Tour Pitrat, en Lyon, que acepta recibirlas. Nueva decepción, la superiora muere en los meses siguientes y el capítulo general así como la nueva elegida rechazan la opción misión. Por suerte, la comunidad de Belleville, filial de Couzon[2] quiere tomar la posta y “promete para el futuro proveer religiosas”[3].
Sin embargo las cosas rápidamente tomarán otro giro. “El Sr. Pagnon, Vicario general, Superior eclesiástico de las Franciscanas ha permitido la anexión a Belleville. Pero si autoriza a esa comunidad a prestar su ayuda, no quiere que tome actual y directamente las misiones a su cargo”[4]. Sin embargo las novicias continúan formándose allí pero “la casa es pequeña” y el P. Planque se verá quizás “obligado a abrir una sucursal para formar un postulantado donde se pueda acoger e instruir a las personas bastante numerosas que se presentan”[5]. En África, Padres y Hermanas están informados de eso.
En febrero siguiente el velo termina por levantarse y se enteran que “la Madre Agnès, una mujer inteligente y deseosa del bien, totalmente dispuesta, terminó por convencer al Superior. Juntos reconocieron que, para el bien de las Misiones, era necesario una organización especial adaptada a ese fin[6]. “Ya, agrega, trabajamos en ello en conjunto, será cosa hecha dentro de algunas semanas”.




[1] L. Pl. al Sr. Poirier, 19.10.1875.
[2] La comunidad de Belleville había sido abierta en 1854.
[3] . L. Pl. a las Hermanas de Lagos y al P. Cloud, 19.10.1875.
[4] Esta restricción se debía, decía el P. Planque, a las dificultades que existían entre las dos comunidades.
[5] L. Pl. al P. Cloud, 3.11.1875.
[6] L. Pl. a las Hermanas de Lagos, 16.2.1876.