jueves, 8 de octubre de 2015

CAPÍTULO DÉCIMO: “ME DECIDÍ A FUNDAR” (4)

 1. Una “sucursal” (4)
Ciertamente, necesita mujeres, como debían serlo Agustina Planque, su madre, la Tía Poupart y algunas otras[1]. A ellas, seguramente, debe el haber brindado a las hermanas y otras mujeres de su entorno, estima y respeto, habiéndoles tenido confianza, dándoles responsabilidades como las que dejaba a los Padres... lo que lo lleva bastante  adelante de su propia época en que la mujer menor de edad era juzgada inepta para cubrir cualquier cargo o función. Él deseaba que las postulantes tuviesen optimismo y alegría; el mejor remedio, considera, para el abatimiento y “en el clima del África, una franca alegría será a menudo una parte importante de la salud”[2]. Que tengan “la inteligencia para aprender”, bastantes aptitudes y capacidades para arreglarse en toda clase de tareas[3]. En fin, que sean hábiles para “arreglárselas” incluso si tiene que aceptar a veces que “lo que se llama una hermana desenvuelta ¡no es tan fácil encontrar como se piensa!...[4]. En una palabra, ¡el Superior quiere “verdaderas mujeres” y no niñitas! Pero sabe también moderar sus exigencias: “¡Si tuviese que pedir la perfección sería algo imposible!... Debemos contar con la gracia que nos vuelve mejores”[5]. “¡Y la postulante de la Capilla Saint Florent, inteligente, dotada de un excelente carácter, muy seria y que aprende fácilmente”!.. ¡es ya un excelente modelo!... “una joven como harían falta muchas...!”[6]. “¡Por el contrario la Srta. X..., que se escandaliza de todo, no está hecha para nosotros...!”




[1] Le sucedía que daba a su madre como ejemplo a las Hnas jóvenes por el coraje y la energía de su vida (cuadernos de recuerdos de las Hermanas). Quizás nombraba también a la conocida madre de la Hna. Maxime de quién habla a menudo.
[2] L. Pl. a las Hnas, Perpétue y Vincent, 21.5.1879.
[3] Distintas cartas, 1898
[4] L. Pl. a la Hna. Marie de L’Assomption, 24.11.1895.
[5] L. Pl. al P. Bonnefoux, 18.10.1865.
[6] L. Pl. a la Hna. Monique, 11.6.1878.

martes, 6 de octubre de 2015

CAPÍTULO DÉCIMO: “ME DECIDÍ A FUNDAR” (3)

1. Una “sucursal” (3)
En adelante las novicias tienen un refugio asegurado.
Parece cierto que entraron en mayo de ese mismo año... ¿Era el 1ero de mayo? - como lo afirma una tradición que se ha  mantenido en las Hermanas más antiguas[1]. ¿Y el Superior se encontraba incluso en Lyon ese día? Es difícil asegurarlo. Entre febrero y mediados de mayo, hizo varios desplazamientos a Niza y a Roma... ¡Pero finalmente no interesa si la fecha es exacta o solamente simbólica! El Padre Planque amaba tanto celebrar el comienzo del mes de María cuya  predicación aseguró más de una vez, que se puede seguir viendo ese día como el de la fundación... y ¿por qué no? en Fourvière!
Y la casa se llena... Seguimos esta progresión que el Padre no deja de citar en su correspondencia, dichoso de tranquilizar a las misioneras sobre el próximo relevo. De nueve  llegaron a quince para fin de año y de veintiuna en 1878, fueron cincuenta y cuatro una decena de años después... A la pregunta planteada por un sacerdote del exterior, “¿De qué condición social son las jóvenes que Dios llama al apostolado de sus misiones? “el Superior responde con buen humor: “según su voluntad, vienen un poco de todos lados... Jesucristo toma a menudo para el apostolado en la categoría de los pescadores del lago de Génésareth... El mismo era obrero, filius fabri, y su madre era la mujer de un artesano![2]
Pero hay algo mucho más importante que debemos notar, si las primeras novicias - y las de Couzon particularmente - eran originarias de diferentes lugares de Francia, se ve llegar ahora a otras de más allá de las fronteras: de Irlanda, de Suiza, de Inglaterra, de Italia y hasta de Siria[3]: en diez años de existencia, seis nacionalidades están presentes en el Instituto, catorce al cabo de veinte años... y tres continentes: ¡incluso una latinoamericana!... Cómo no recordar a Gabriela Quinteros que, nacida en Córdoba, Argentina[4], llegó a Francia para visitar a parientes... y ¡se quedó! Convertida en Hna. Macaire, será una de las primeras en llegar a la Côte d’Ivoire, pero por desgracia también, una de las dos víctimas de la fiebre amarilla que desvastó, a comienzo del siglo, la región de Grand-Bassam[5]. Así la Congregación puede decirse internacional desde su origen y el Padre Planque, que deseó sociedades de Padres y de Hermanas “verdaderamente universales”, se siente colmado...[6].
¿Es decir que interesa sólo la cantidad?... ¡Es un error creer que quien recibe a las postulantes, no muestra hacia ellas serias exigencias! siendo la primera evidentemente, un muy determinado deseo de consagrarse a Dios, de vivir para El en la misión de África y... ¡no pasarse la vida buscando su camino!... “Si después de una madura y muy madura reflexión, creen que Dios las llama a trabajar en nuestras misiones, pueden venir al Moulin-à-Vent”[7].
Para mantenerse en una vocación, que debe prestarse a cualquier tarea, quiere mujeres fuertes y enérgicas, con un espíritu maduro, “sin amaneramientos ni infantilismos”, un juicio recto para considerar a personas y situaciones, bastante dominio de sí mismas y de abnegación para cumplir un trabajo serio sin medir demasiado su pena. Escribió, cuando hablaba de las cualidades necesarias de las futuras Hermanas: “El punto más importante y necesario es una voluntad firme y también la entrega de si misma. Para mí, cuando hay que decidir una admisión, sólo veo la magnitud de la devoción a Dios, la nobleza de los sentimientos sobrenaturales que hace abandonar todo para servirle y extender su reino, con una real y firme voluntad”[8]



[1] Según algunas Hermanas, hubo una ceremonia en Fourvière, para otras, la fiesta fue en la capilla de la casa.
[2] L. Pl. a un abate, 11.11.1884.
[3] El Padre habla hasta de una postulante argelina, cf. Carta a la Hna. Joseph, 13.3.1878.
[4] L. Pl. al P. Superior de los Lazaristas en Buenos Aires, 18.8.1888: “Deseo haga saber a la Hermana de Caridad que trajo a una postulante de Córdoba que la joven satisface a su maestra de novicias”.
[5] Hna. Macaire murió en Grand-Bassam en 1903. ¿Simple coincidencia? En Córdoba la Congregación se ha reunido con los Padres en 1982 para realizar una animación pastoral y misionera de la región.
[6] Actualmente, las Hermanas son de veinte nacionalidades diferentes.
[7] L. Pl. a una futura postulante, 2.5.1897.
[8] L. Pl. a un abate, carta citada en punto 18.

lunes, 5 de octubre de 2015

CAPÍTULO DÉCIMO: “ME DECIDÍ A FUNDAR” (2)

1. Una “sucursal” (2)
Dicho de otro modo, esa “sucursal” anunciada sería simplemente el embrión de un nuevo Instituto... Una fundación está empezando y casi no es una sorpresa, en tanto que la marcha de los acontecimientos desde hacía algunos meses conducía lógicamente a esa solución. Pero hay que reconocer que el momento es más bien mal elegido. Los años 1876 a 1878 se computarán para el P. Planque entre los más oscuros. El Obispo de Oran murió, recordémoslo, en noviembre de 1875 y las consecuencias del retiro de Argelia quedan por arreglarse. Muere también el Arzobispo de Lyon, Mons. Ginoulhiac, tan benevolente y comprensivo, y algunos meses después muere también Apollinaire Planque, el hermano muy amado de Agustín[1], y todos esos duelos son pesados de llevar[2]. Más inquietante aún para la paz y el equilibrio, un conflicto empezado en el Cabo y en Niza, amenaza causar una extrema agitación en las casas. Para restablecer la calma y la armonía, el P. Planque tendrá verdaderas dificultades.
Sin embargo, en ese mismo tiempo va a “fundar”... cuando, durante veinte años, nunca consideró hacerlo. Ahí está además el lado desconcertante, incluso paradójico, de su acción. Pero debemos ciertamente admitir que los golpes duros galvanizan y multiplican por diez sus energías. Pues él cree, en el sentido profundo de la palabra. Lee los signos y busca en ellos cuál es la voluntad de Dios que es la única norma de conducta y decisión. Esta vez la señal está aquí. La mezquina controversia que lo enfrentó a la Madre Bonaventure no le impidió alegrarse de tener finalmente hermanas en África y las de Couzon respondieron a su esperanza, de lo cual a menudo se congratuló en sus informes enviados a Roma o a la Propagación de la Fe. Hay que continuar.
Curiosamente, no parece demasiado turbado de su decisión. “Esa nueva comunidad parece ponerse en marcha de manera satisfactoria”, avanzando paso a paso[3]. Y hasta “si tuvo dificultad para decidirse, apremiado por personas muy serias y obligado por la necesidad”, escribirá más tarde “comenzó a reunir a algunas jóvenes”[4].
Para tranquilizarlo plenamente sobre lo acertado de su decisión, el P. Planque recibió de Roma no solamente las autorizaciones necesarias, sino también grandes estímulos. Se dice a menudo que, en su gestión todavía vacilante, el Cardenal Prefecto respondió con estas palabras: “¿Quiere Hermanas? ¡Hágalas!...” No es seguro que esto sea cierto[5]. No obstante podemos creerle al Fundador cuando escribe: “En la Propaganda me empujaron a fundar estas Hermanas”[6]. En Roma, no le faltaron amigos para hablarle de igual modo y animarlo en ese camino. Cuando diez años más tarde, invitará a Mons. Cretoni[7] “a tomar unas pequeñas vacaciones en Lyon, “se sentirá feliz de recordárselo: “Verá con nuestro Seminario, la otra comunidad que me empujó a fundar y para cuyas reglas me ofreció apuntes”[8]. En ese momento (1886), agregará incluso, no sin poco orgullo: “La décima casa está fundándose y me piden todavía otras dos”... ¡Eso es tanto como decir que el arranque había sido bien hecho!
Y es cierto de que, desde el comienzo de 1876, todo llegará a su tiempo. Hace falta un local, pero se puede tomar el que el Seminario - instalándose paseo des Brosses - dejó vacío en la gran calle de la Guillotière. El P. Planque, que lo había alquilado, se ocupó ya de anular el arrendamiento[9]. Eso será cosa cumplida en la primavera[10]


[1] Se trata del Padre de M. L. Planque, la futura Hermana Augustin.
[2] Otras tantas muertes que vienen a agregarse a todas las del África: 32 decesos desde la fundación de las cuales 23 en misión.
[3] L. Pl. al P. Durieu, 20.12.1876
[4] L. Pl. al C. Prefecto, 22.1.1901.
[5] La palabra aparece en Un Grand Africain, op. cit.p.102 y en otros relatos de la fundación (Archivos NDA)
[6] L. Pl. a la Srta. X... 11.9.1886.
[7] Uno de los secretarios de la Propaganda Fide.
[8] L. Pl. a Mons. Cretoni, 11.8.1886.
[9] L. Pl. al P. Codant, 28.12.1875. “Este local está en este momento en posesión de un síndico de quiebra, pero mañana mismo, debe hacer el control de los daños y el resto de las formalidades legales no tardará en ejecutarse para nuestro ingreso en posesión”.
[10] L. Pl. al P. Codant, 11.2.1876: desde hace tres días, dispone de la casa... 

CAPÍTULO DÉCIMO: “ME DECIDÍ A FUNDAR” (1)

1. Una “sucursal” (1)
La colaboración con Couzon terminó en sufrimiento y decepción, dejando en ambas partes amargura y algo de animosidad. Al menos la situación se hizo más clara para todos y todas. De ambos lados hay esperanzas de partir hacia nuevos proyectos y dejar que el tiempo borre los recuerdos de pena, restableciendo la amistad y la estima recíproca de los primeros días...
Pero el P. Planque debe encontrar otro refugio para albergar “las nueve religiosas o novicias que dejaron Montplaisir para seguir el camino de las misiones”[1]. Durante el verano, previendo la tormenta, ya contactó otra comunidad, también franciscana, la de la Tour Pitrat, en Lyon, que acepta recibirlas. Nueva decepción, la superiora muere en los meses siguientes y el capítulo general así como la nueva elegida rechazan la opción misión. Por suerte, la comunidad de Belleville, filial de Couzon[2] quiere tomar la posta y “promete para el futuro proveer religiosas”[3].
Sin embargo las cosas rápidamente tomarán otro giro. “El Sr. Pagnon, Vicario general, Superior eclesiástico de las Franciscanas ha permitido la anexión a Belleville. Pero si autoriza a esa comunidad a prestar su ayuda, no quiere que tome actual y directamente las misiones a su cargo”[4]. Sin embargo las novicias continúan formándose allí pero “la casa es pequeña” y el P. Planque se verá quizás “obligado a abrir una sucursal para formar un postulantado donde se pueda acoger e instruir a las personas bastante numerosas que se presentan”[5]. En África, Padres y Hermanas están informados de eso.
En febrero siguiente el velo termina por levantarse y se enteran que “la Madre Agnès, una mujer inteligente y deseosa del bien, totalmente dispuesta, terminó por convencer al Superior. Juntos reconocieron que, para el bien de las Misiones, era necesario una organización especial adaptada a ese fin[6]. “Ya, agrega, trabajamos en ello en conjunto, será cosa hecha dentro de algunas semanas”.




[1] L. Pl. al Sr. Poirier, 19.10.1875.
[2] La comunidad de Belleville había sido abierta en 1854.
[3] . L. Pl. a las Hermanas de Lagos y al P. Cloud, 19.10.1875.
[4] Esta restricción se debía, decía el P. Planque, a las dificultades que existían entre las dos comunidades.
[5] L. Pl. al P. Cloud, 3.11.1875.
[6] L. Pl. a las Hermanas de Lagos, 16.2.1876.

martes, 18 de agosto de 2015

Capítulo 9º: LAS HERMANAS DE COUZON (5)

2- Desacuerdos (2).
Además, al terminar la guerra de 1870 y, sin ninguna duda a pedido del P. Planque, el noviciado de Couzon fue transferido a Montplaisir, un barrio de Lyon próximo al Seminario[1], y en ese cambio está el origen de los disgustos que siguieron. El P. Planque se encuentra como en su casa en Montplaisir donde se forman algunas futuras misioneras, y es innegable de que tuvo incluso una influencia real sobre ciertos miembros de esta casa, en particular sobre la Maestra de las novicias y sobre muchas otras. Se está pues en plena confusión. Algunas jóvenes entran al noviciado para pertenecer a la congregación de Couzon, otras para ir al África. Este doble modo de “reclutamiento” y de pertenencia es la fuente de malentendidos. Tal vez en ese momento fuera necesario concordar los puntos de vista... Pero la Superiora general de ese tiempo, Madre Saint-Jacques, y el P. Planque - como personas que se comprenden y tienen confianza en el porvenir - ¡no lo creen necesario!
Todo cambia cuando Madre Bonaventure regresa de África y desea retomar la formación de las novicias, incluso de las futuras misioneras, volviendo a una cierta unidad de mira entre todas, alrededor de la orientación franciscana de la Congregación. No se trata de buscar otra base de entendimiento... Una vez conseguida la elección de Madre Bonaventure en el cargo de Superiora general - lo que temía fuertemente el Padre Planque cuyas relaciones con la precedente habían sido siempre excelentes - la tensión no podía más que agravarse. Entre estas dos personalidades igualmente fuertes, igualmente convencidas de sus derechos en asunto de autoridad y apegadas a sus propios objetivos, como también a las leyes de la Iglesia, no había más dialogo posible. Y ni el arbitraje del Sr. Pagnon, vicario general de Lyon y superior eclesiástico de las Franciscanas, ni la comprensión del párroco de Saint-Louis, el Sr. Chapuis, amigo del P. Planque, tenían posibilidad de lograrlo.
Por consiguiente[2] se separaron. El final del año 1875, doloroso para todas las personas involucradas, no trajo más que irritación y decepción como lo testimonian los intercambios de correspondencia. Según la decisión del Sr. Pagnon que quería así regularizar la situación, se convino que las Hermanas que, encontrándose en África, deseaban continuar su vida de misión, permanecerían religiosas de Saint-François y podrían unirse a la comunidad  de Belleville. “Se les dejó plena libertad en ese propósito como también de regresar a Francia. Tienen sólo que decir lo que desean y es cosa hecha”[3].
Serán siete las que se queden en el lugar, siete cuya acción será por consiguiente siempre tan beneficiosa y fecunda que se convertirán en las “primogénitas” de la futura Congregación. No debemos sospechar que el P. Planque haya, en ese momento, ejercido alguna presión o haya cometido faltas de delicadeza en la circulación de la correspondencia que va al África. Todo, en su carácter, su rectitud, la manera honesta y franca como trató siempre sus asuntos, aparta semejante idea. Pero testimoniarán también eso, si fuera necesario, las cartas que dicen claramente la libertad dejada a las Hermanas de elegir su camino: “Si alguna de ustedes prefiere quedar unida a Couzon, regresará a Francia cuando hayamos podido reemplazarla”[4]. Así las hermanas de Lagos, de Porto-Novo, y uno de los Superiores, el Sr. Poirier fueron prevenidos de la nueva situación y de las posibilidades ofrecidas a cada una. El Sr. Cloud lo fue igualmente, pero quizás no demostró la misma reserva que su Superior y alentó a las Hermanas a quedarse en misión... En cuanto al P. Planque, debió prevenir al Sr. Pagnon que “toda religiosa que saliese irregularmente de Couzon o de Montplaisir no lo haría por su consejo y no encontraría su apoyo”[5].
Así terminó “esta humilde y muy humana historia... pero de sufrimiento fecundo” hasta tal punto es verdad que Dios nunca es confundido por las líneas quebradas que traza la sucesión de nuestros fracasos y de nuestros nuevos comienzos. De esos frutos de pena “nacerá un nuevo Instituto para el África”. Y las hermanas Franciscanas de la Propagación de la Fe - que todavía hoy son las Mayores de la familia de NDA - “conservan como una preciosa joya de familia la gracia y el orgullo de las primeras siembras”[6]... siguiendo enteramente su ruta, la de un nuevo servicio y de un hermoso apostolado.



[1] L. Pl. al Sr. Pagnon, 25.8.1875.- Notamos también esta frase a la Hna. Marthe, el 29.10.1875: “Me ha sorprendido su gestión acerca de la Hna. Hélène... Mejor que nadie, sabe cuanto respeto la libertad de cada una...”
[2] Estas últimas líneas son tomadas del libro Je te donnerai les nations en héritage, op. cit. p.83.

[3] Era un edificio modesto, situado en la calle de las Thuiliers n° 9, de la parroquia Saint-Maurice-de-Montplaisir, en Lyon.
[4] Carta de Planque a Devernoille, 21.10.1875.
[5] Carta de Planque al Sr. Cloud, 19.10.1875.
[6] Distintas cartas del Padre Planque del 19.10.1875.- A las Hermanas de Lagos, 16.2.1876: “Ustedes me dicen que consultan al Sr. Pagnon que determinación tomar... Creo que les dejará en plena libertad”. 






lunes, 17 de agosto de 2015

Capítulo 9º: LAS HERMANAS DE COUZON (4)

2. Desacuerdos
 Desgraciadamente otros puntos oscuros continuarán ensombreciendo el horizonte. Mientras que el Padre Courdioux, en Porto-Novo, se muestra muy satisfecho de la colaboración de las Hermanas[1], no sucede lo mismo en Lagos donde la armonía con el P. Cloud deja que desear. Este, bastante autoritario, quizás más bien cortante, carece de expresión y de delicadeza en las relaciones cotidianas y el estilo de algunas de sus cartas le merece incluso un llamado al orden del Superior. “Deploré profundamente la forma de la carta que dirigió a la Madre Bonaventure. Es necesario siempre conservar una gran moderación en las expresiones y esa regla no es observada en su carta”[2].
¿Se desmoronará poco a poco la cordialidad de los primeros días? Se siente acá y allá en toda la correspondencia. Así, el P. Planque se asombra que las hermanas no hablen todavía el portugués... o también que una de ellas pueda ser enviada de Lagos a Porto-Novo sin que él mismo sea informado. Y el tono comienza a subir cuando exige de la Madre Bonaventure el restablecimiento nítido y claro del acuerdo relativo al destino de las Hermanas[3].

De hecho, el verdadero motivo de la escisión que se prepara hay que buscarlo en esa total ambigüedad que marcó los primeros contactos entre el Superior y la Congregación. En el entusiasmo de un acuerdo que se cerró - demasiado rápido - sobre la Misión, no se sintió la necesidad de precisar las atribuciones y sobre todo los derechos de cada una de las partes. Nada fue fijado para determinar como se arreglarían entre ellas los problemas de jurisdicción respecto a todas las cuestiones relativas a la vida de las personas en África, a su destino, a su cambio, etc. Pero el verdadero desacuerdo es más serio todavía. El Padre, que piensa sólo en su obra, considera verdaderamente como suyas las religiosas que han optado por el Dahomey. Por su lado, Madre Bonaventure teme que surja una rama aparte en su Congregación. A lo sumo, desea poner a disposición de las Misiones Africanas, algunas de sus Hermanas que prefieren ese tipo de apostolado lejano. Por consiguiente las perspectivas no son muy concordantes... y hasta ese momento no se había tomado suficiente conciencia de ello.




[1] En Les Soeurs de Notre Dame des Apôtres, Georges Goyau, p.27 (Archivos NDA)
[2] Carta de Planque al Consejo central de la Propagación de la Fe, 25.3.1869.
[3] Según el informe del P. Courdioux y de la Hermana Bonaventure al C. Caverot, 1878. Ver más adelante, cap.10.

viernes, 14 de agosto de 2015

Capítulo 9º: LAS HERMANAS DE COUZON (3)

Una segunda partida tiene lugar en 1872 por un grupo de cuatro Hermanas “llenas de fuerza y de salud”[1] y esas cuatro estaban destinadas a hacer en África un largo y bello trabajo: Hna Claire, Hna Véronique, Hna Saint Joseph y, muy particularmente, Hna. Colette cuyo recuerdo no podemos olvidar. Había nacido en Thurins, en los Montes del Oeste lyonés y pasó más de cuarenta años en el Dahomey. “Allá, escribe Georges Goyau, conoció tres generaciones, ocupándose de los niños, socorriendo a enfermos y a pobres, al punto de que todos, sobre el fin de su vida, la llamaban “Maman Colette”. Cuando murió en 1916, a los 70 años, un africano, el Sr. Achille Béraud, recordó con mucha emoción el afecto maternal que la Hna Colette había dado especialmente a todas las jóvenes a quienes había consagrado su vida”. “Encarna verdaderamente, dice también el mismo autor, la acción misionera femenina en el Dahomey de los siglos XIX y XX”[2].
Algunos meses después de su llegada, el segundo grupo se va a Lagos a abrir una segunda misión. El P. Planque no disimula su satisfacción ni sus esperanzas ante el trabajo  que comienza: “Las Hermanas tienen más alumnas de lo que su casa puede aguantar”. No podríamos hacernos una idea del respeto del cual están rodeadas por parte de los jefes y de toda la población. Cuidan a las mujeres enfermas que vienen a buscarlas y van a visitarlas a domicilio...”[3].
Otra vez hubo una tercera y una cuarta partida en abril y en diciembre de 1874. Pero las Hermanas como los Padres pagarán también su tributo a la fiebre y a las epidemias. Y en el verano de 1874, se recibe casi uno tras otro, en Couzon, el anuncio de las primeras muertes: Hna Marie du Sacré-Coeur y Hna Marie des Cinq Plaies. Al año siguiente, se conoce también el deceso de la Hna Marie Françoise llegada al África algunos meses antes.





[1] Partieron hacia el 11 de octubre. Cf. Les nations en héritage, p.76. La Hna. Joseph, también originaria de Thurins, como la Hna. Colette, hizo varias estadías en el Dahomey antes de regresar al Moulin-à-Vent. La encontramos en la cabecera del P. Planque con la Hna. Cyr, en el momento de su muerte. Dejó un excelente cuaderno de recuerdos.
como la Hna. Colette, hizo varias estadías en el Dahomey antes de regresar al Moulin-à-Vent. La encontramos en la cabecera del P. Planque con la Hna. Cyr, en el momento de su muerte. Dejó un excelente cuaderno de recuerdos.
[2] En Les Soeurs de Notre Dame des Apôtres, Georges Goyau, p.27 (Archivos NDA)
[3] L. Pl. al Consejo central de la Propagación de la Fe, 25.3.1869.

jueves, 13 de agosto de 2015

Capítulo 9º: CON LAS HERMANAS DE COUZON (2)

A “estas mujeres determinadas, firmes y de buen espíritu”[1] el P. Planque visita en febrero de 1867, enviado por el Vicario general de Lyon, el Sr. Pagnon, y acompañado del P. Brun, custodio del convento de los Brotteaux, así como del Sr. Neyret sacerdote de Couzon. Con alegría acogen a este visitante que viene a abrirles “las puertas soleadas del mundo: el África... las misiones” hacia las cuales sueñan frecuentemente partir...[2], también porque él les inspira confianza: “Era, escribe una hermana contemporánea y muy allegada, una figura ciertamente conocida en Lyon la de este sacerdote venerable, sólidamente constituido, de talla menor a la media, cabeza grande con espesos cabellos grises, gran barba, ojos profundos y vivaces... Daba una impresión de fortaleza, de voluntad silenciosa difícil de resistir”[3].
Por su lado, el P. Planque experimentó  una muy buena impresión. Está de nuevo lleno de esperanza y los proyectos marchan bien: “Después de algún tiempo no parece que fueran las mismas. Se han “despabilado” por completo con mis observaciones y se instruyen seriamente. Tienen once novicias de las cuales ¡algunas de una capacidad poco común!”[4] - “Ayer, el P. Cloud asistió a una toma de hábitos en Couzon. Seis postulantes revistieron las libreas de San Francisco y su entusiasmo no era escaso. Se está preparando el futuro para las mujeres de nuestra misión”[5].
Desde el mes de marzo, tres de ellas van al Seminario para ocuparse de la ropa y de la cocina... con la perspectiva, que les encanta, de una próxima partida para Dahomey. Y eso no tarda: el 28 de enero de 1868, en el velero Stella Maria, se embarcarán las primeras religiosas tan largamente esperadas en la costa africana. Son cuatro: Hna. Bonaventure, que será la superiora, Hnas. Angèle, Marie du Sacré-Coeur y Saint Bruno y el viaje largo y difícil las conducirá a Porto-Novo donde llegarán el 6 de abril. Inmediatamente, empezarán la obra, es decir las visitas a las chozas, el rescate de los pequeños esclavos, la organización de la escuela. “Darán una vida importante a la misión, escribe el P. Planque, revalorizando a la mujer y permitiéndole fundar la verdadera familia cristiana por casamientos entre fieles”[6].



[1] Estas palabras expresan ciertamente su estima por las Hermanas que el P. Planque anuncia al P. Courdioux la llegada de las cuatro primeras a Porto–Novo en 1868.
[2] Según el libro sobre las Hermanas Franciscanas de la Propagación de la Fe, Je te donnerai les nations en héritage, 1953, p.55
[3] Op. cit., pp.55 y 56
[4] Carta de Planque al P. Courdioux, 17.11.1867.
[5] Carta de Planque al mismo, 15.12.1867.
[6] Carta de Planque al Consejo Central de la Propagación de la fe, 11.4.1868 - cf. otras cartas en 1868 y 1869.

sábado, 18 de julio de 2015

Capítulo 9º: CON LAS HERMANAS DE COUZON (1)

Más prolongada y ciertamente efectiva, será la colaboración de las Hermanas Franciscanas de la Propagación de la Fe con los Misioneros de Lyon, más decisiva par el porvenir de la misión en África y será más fecunda, como la semilla que echa sus raíces...

El Padre Planque había comprendido que la fusión con Montauban dependía de la utopía. Aún antes de que las Hermanas del Ángel Guardián hubiesen abandonado el seminario de Lyon, "se ocupa de suplir las tareas que ellas desempeñaban allí" (*1)
Y el 20 de febrero de ese mismo año de 1867, está en condición de escribir a un Hermano en Dahomey: "He encontrado definitivamente, religiosas que han aceptado ir a nuestra misión." (*2)


1- ...las "Fundadoras"

El Padre Courdioux, Superior de Porto Novo en ese momento, ¿había hecho por su lado una propuesta concerniendo a otro Instituto? Es probable si se lo juzga por la respuesta del Padre Planque: "Lamento no haber sabido más sobre las personas que se encargarían de prepararnos religiosas. Con informaciones más precisas, podríamos haber arreglado algo." (*3) Sin embargo no abandona su idea, y en la correspondencia siguiente agrega: "Espero que las Hermanas de Couzon puedan trabajar. Es difícil obtener que una orden más importante se encargue de nuestra Misión. Además, las vocaciones concurren a esa congregación y después de una primera partida, llegarán aún más. En poco tiempo, las personas serán numerosas... y se podrá elegir" (*4)
Esto sería suficiente para demostrar que el Padre Planque, ciertamente, esperaba obtener para la Misión, algunas de las jóvenes que entraban a Couzon -¡y seguramente las mejores!- pero su intención no era precisamente anexarse la congregación completa...

Si nos remitimos al testimonio de Madre Bonaventure, en 1866 comenzaron las primeras comunicaciones de las Hermana Franciscanas con el Padre Planque. "Nosotras debíamos, escribe, proporcionarle personas para las Misiones y para su seminario. "(*5)

¿Quiénes eran esas religiosas destinadas a convertirse en la primer simiente de las "Hermanas para las Misiones Africanas"?
Provenían de Couzon, una pequeña aldea en los Montes de Oro, a la salida de Lyon, donde se habían reunido en los años 1836-1837, por invitación del cuara de la parroquia, el abate Jean_François Moyne.

Hacía apenas una quincena de años que Pauline-Marie Jaricot acababa de fundar en Lyon, la Propagación de la Fe para las misiones lejanas. En el entusiasmo que provocaba en los cristianos de la región, el abate Moyne había madurado su proyecto: preparar religiosas para enviarlas a "países de infieles". Las jóvenes que habían respondido a su llamado, eran obreras de la seda. Vivían entonces en Lyon en el barrio de la Croix-Rousse y formaban parte de la gran familia de los "Canuts" cuyos telares hicieron célebre toda la colina.

En Couzon, se constituyeron en comunidad y recibieron el hábito de San Francisco, agregaron a los votos de la Profesión Religosa, una completa devoción a la Propagación de la Fe, y se comprometieron a depositar para la Obra, los beneficios de su trabajo.
Activas, dinámicas, habían sabido resistir a la calamidad de 1848 y a las jornadas sangrientas, durante las cuales el taller de hilado fue destruído por los revoltosos que las acusaban de quedarse con el pan de los pobres




*1- Carta de Planque al Padre D`Ormières, 16/3/1867.

*2- Carta de Planque al Padre Verdelet, 20/2/1867.

*3- Carta de Planque al Padre Courdioux, 20/8/1867.

*4- Carta de Planque al Padre Courdioux, 7/10/1867.

*5- Informe de Madre Bonaventure, Superiora General de las Hermanas de la Propagación de la Fe, al Cardenal Caverot, en 1878. En 1866, el padre Planque estaba en buenos términos con la Superiora General de ese momento...