martes, 18 de agosto de 2015

Capítulo 9º: LAS HERMANAS DE COUZON (5)

2- Desacuerdos (2).
Además, al terminar la guerra de 1870 y, sin ninguna duda a pedido del P. Planque, el noviciado de Couzon fue transferido a Montplaisir, un barrio de Lyon próximo al Seminario[1], y en ese cambio está el origen de los disgustos que siguieron. El P. Planque se encuentra como en su casa en Montplaisir donde se forman algunas futuras misioneras, y es innegable de que tuvo incluso una influencia real sobre ciertos miembros de esta casa, en particular sobre la Maestra de las novicias y sobre muchas otras. Se está pues en plena confusión. Algunas jóvenes entran al noviciado para pertenecer a la congregación de Couzon, otras para ir al África. Este doble modo de “reclutamiento” y de pertenencia es la fuente de malentendidos. Tal vez en ese momento fuera necesario concordar los puntos de vista... Pero la Superiora general de ese tiempo, Madre Saint-Jacques, y el P. Planque - como personas que se comprenden y tienen confianza en el porvenir - ¡no lo creen necesario!
Todo cambia cuando Madre Bonaventure regresa de África y desea retomar la formación de las novicias, incluso de las futuras misioneras, volviendo a una cierta unidad de mira entre todas, alrededor de la orientación franciscana de la Congregación. No se trata de buscar otra base de entendimiento... Una vez conseguida la elección de Madre Bonaventure en el cargo de Superiora general - lo que temía fuertemente el Padre Planque cuyas relaciones con la precedente habían sido siempre excelentes - la tensión no podía más que agravarse. Entre estas dos personalidades igualmente fuertes, igualmente convencidas de sus derechos en asunto de autoridad y apegadas a sus propios objetivos, como también a las leyes de la Iglesia, no había más dialogo posible. Y ni el arbitraje del Sr. Pagnon, vicario general de Lyon y superior eclesiástico de las Franciscanas, ni la comprensión del párroco de Saint-Louis, el Sr. Chapuis, amigo del P. Planque, tenían posibilidad de lograrlo.
Por consiguiente[2] se separaron. El final del año 1875, doloroso para todas las personas involucradas, no trajo más que irritación y decepción como lo testimonian los intercambios de correspondencia. Según la decisión del Sr. Pagnon que quería así regularizar la situación, se convino que las Hermanas que, encontrándose en África, deseaban continuar su vida de misión, permanecerían religiosas de Saint-François y podrían unirse a la comunidad  de Belleville. “Se les dejó plena libertad en ese propósito como también de regresar a Francia. Tienen sólo que decir lo que desean y es cosa hecha”[3].
Serán siete las que se queden en el lugar, siete cuya acción será por consiguiente siempre tan beneficiosa y fecunda que se convertirán en las “primogénitas” de la futura Congregación. No debemos sospechar que el P. Planque haya, en ese momento, ejercido alguna presión o haya cometido faltas de delicadeza en la circulación de la correspondencia que va al África. Todo, en su carácter, su rectitud, la manera honesta y franca como trató siempre sus asuntos, aparta semejante idea. Pero testimoniarán también eso, si fuera necesario, las cartas que dicen claramente la libertad dejada a las Hermanas de elegir su camino: “Si alguna de ustedes prefiere quedar unida a Couzon, regresará a Francia cuando hayamos podido reemplazarla”[4]. Así las hermanas de Lagos, de Porto-Novo, y uno de los Superiores, el Sr. Poirier fueron prevenidos de la nueva situación y de las posibilidades ofrecidas a cada una. El Sr. Cloud lo fue igualmente, pero quizás no demostró la misma reserva que su Superior y alentó a las Hermanas a quedarse en misión... En cuanto al P. Planque, debió prevenir al Sr. Pagnon que “toda religiosa que saliese irregularmente de Couzon o de Montplaisir no lo haría por su consejo y no encontraría su apoyo”[5].
Así terminó “esta humilde y muy humana historia... pero de sufrimiento fecundo” hasta tal punto es verdad que Dios nunca es confundido por las líneas quebradas que traza la sucesión de nuestros fracasos y de nuestros nuevos comienzos. De esos frutos de pena “nacerá un nuevo Instituto para el África”. Y las hermanas Franciscanas de la Propagación de la Fe - que todavía hoy son las Mayores de la familia de NDA - “conservan como una preciosa joya de familia la gracia y el orgullo de las primeras siembras”[6]... siguiendo enteramente su ruta, la de un nuevo servicio y de un hermoso apostolado.



[1] L. Pl. al Sr. Pagnon, 25.8.1875.- Notamos también esta frase a la Hna. Marthe, el 29.10.1875: “Me ha sorprendido su gestión acerca de la Hna. Hélène... Mejor que nadie, sabe cuanto respeto la libertad de cada una...”
[2] Estas últimas líneas son tomadas del libro Je te donnerai les nations en héritage, op. cit. p.83.

[3] Era un edificio modesto, situado en la calle de las Thuiliers n° 9, de la parroquia Saint-Maurice-de-Montplaisir, en Lyon.
[4] Carta de Planque a Devernoille, 21.10.1875.
[5] Carta de Planque al Sr. Cloud, 19.10.1875.
[6] Distintas cartas del Padre Planque del 19.10.1875.- A las Hermanas de Lagos, 16.2.1876: “Ustedes me dicen que consultan al Sr. Pagnon que determinación tomar... Creo que les dejará en plena libertad”. 






lunes, 17 de agosto de 2015

Capítulo 9º: LAS HERMANAS DE COUZON (4)

2. Desacuerdos
 Desgraciadamente otros puntos oscuros continuarán ensombreciendo el horizonte. Mientras que el Padre Courdioux, en Porto-Novo, se muestra muy satisfecho de la colaboración de las Hermanas[1], no sucede lo mismo en Lagos donde la armonía con el P. Cloud deja que desear. Este, bastante autoritario, quizás más bien cortante, carece de expresión y de delicadeza en las relaciones cotidianas y el estilo de algunas de sus cartas le merece incluso un llamado al orden del Superior. “Deploré profundamente la forma de la carta que dirigió a la Madre Bonaventure. Es necesario siempre conservar una gran moderación en las expresiones y esa regla no es observada en su carta”[2].
¿Se desmoronará poco a poco la cordialidad de los primeros días? Se siente acá y allá en toda la correspondencia. Así, el P. Planque se asombra que las hermanas no hablen todavía el portugués... o también que una de ellas pueda ser enviada de Lagos a Porto-Novo sin que él mismo sea informado. Y el tono comienza a subir cuando exige de la Madre Bonaventure el restablecimiento nítido y claro del acuerdo relativo al destino de las Hermanas[3].

De hecho, el verdadero motivo de la escisión que se prepara hay que buscarlo en esa total ambigüedad que marcó los primeros contactos entre el Superior y la Congregación. En el entusiasmo de un acuerdo que se cerró - demasiado rápido - sobre la Misión, no se sintió la necesidad de precisar las atribuciones y sobre todo los derechos de cada una de las partes. Nada fue fijado para determinar como se arreglarían entre ellas los problemas de jurisdicción respecto a todas las cuestiones relativas a la vida de las personas en África, a su destino, a su cambio, etc. Pero el verdadero desacuerdo es más serio todavía. El Padre, que piensa sólo en su obra, considera verdaderamente como suyas las religiosas que han optado por el Dahomey. Por su lado, Madre Bonaventure teme que surja una rama aparte en su Congregación. A lo sumo, desea poner a disposición de las Misiones Africanas, algunas de sus Hermanas que prefieren ese tipo de apostolado lejano. Por consiguiente las perspectivas no son muy concordantes... y hasta ese momento no se había tomado suficiente conciencia de ello.




[1] En Les Soeurs de Notre Dame des Apôtres, Georges Goyau, p.27 (Archivos NDA)
[2] Carta de Planque al Consejo central de la Propagación de la Fe, 25.3.1869.
[3] Según el informe del P. Courdioux y de la Hermana Bonaventure al C. Caverot, 1878. Ver más adelante, cap.10.

viernes, 14 de agosto de 2015

Capítulo 9º: LAS HERMANAS DE COUZON (3)

Una segunda partida tiene lugar en 1872 por un grupo de cuatro Hermanas “llenas de fuerza y de salud”[1] y esas cuatro estaban destinadas a hacer en África un largo y bello trabajo: Hna Claire, Hna Véronique, Hna Saint Joseph y, muy particularmente, Hna. Colette cuyo recuerdo no podemos olvidar. Había nacido en Thurins, en los Montes del Oeste lyonés y pasó más de cuarenta años en el Dahomey. “Allá, escribe Georges Goyau, conoció tres generaciones, ocupándose de los niños, socorriendo a enfermos y a pobres, al punto de que todos, sobre el fin de su vida, la llamaban “Maman Colette”. Cuando murió en 1916, a los 70 años, un africano, el Sr. Achille Béraud, recordó con mucha emoción el afecto maternal que la Hna Colette había dado especialmente a todas las jóvenes a quienes había consagrado su vida”. “Encarna verdaderamente, dice también el mismo autor, la acción misionera femenina en el Dahomey de los siglos XIX y XX”[2].
Algunos meses después de su llegada, el segundo grupo se va a Lagos a abrir una segunda misión. El P. Planque no disimula su satisfacción ni sus esperanzas ante el trabajo  que comienza: “Las Hermanas tienen más alumnas de lo que su casa puede aguantar”. No podríamos hacernos una idea del respeto del cual están rodeadas por parte de los jefes y de toda la población. Cuidan a las mujeres enfermas que vienen a buscarlas y van a visitarlas a domicilio...”[3].
Otra vez hubo una tercera y una cuarta partida en abril y en diciembre de 1874. Pero las Hermanas como los Padres pagarán también su tributo a la fiebre y a las epidemias. Y en el verano de 1874, se recibe casi uno tras otro, en Couzon, el anuncio de las primeras muertes: Hna Marie du Sacré-Coeur y Hna Marie des Cinq Plaies. Al año siguiente, se conoce también el deceso de la Hna Marie Françoise llegada al África algunos meses antes.





[1] Partieron hacia el 11 de octubre. Cf. Les nations en héritage, p.76. La Hna. Joseph, también originaria de Thurins, como la Hna. Colette, hizo varias estadías en el Dahomey antes de regresar al Moulin-à-Vent. La encontramos en la cabecera del P. Planque con la Hna. Cyr, en el momento de su muerte. Dejó un excelente cuaderno de recuerdos.
como la Hna. Colette, hizo varias estadías en el Dahomey antes de regresar al Moulin-à-Vent. La encontramos en la cabecera del P. Planque con la Hna. Cyr, en el momento de su muerte. Dejó un excelente cuaderno de recuerdos.
[2] En Les Soeurs de Notre Dame des Apôtres, Georges Goyau, p.27 (Archivos NDA)
[3] L. Pl. al Consejo central de la Propagación de la Fe, 25.3.1869.

jueves, 13 de agosto de 2015

Capítulo 9º: CON LAS HERMANAS DE COUZON (2)

A “estas mujeres determinadas, firmes y de buen espíritu”[1] el P. Planque visita en febrero de 1867, enviado por el Vicario general de Lyon, el Sr. Pagnon, y acompañado del P. Brun, custodio del convento de los Brotteaux, así como del Sr. Neyret sacerdote de Couzon. Con alegría acogen a este visitante que viene a abrirles “las puertas soleadas del mundo: el África... las misiones” hacia las cuales sueñan frecuentemente partir...[2], también porque él les inspira confianza: “Era, escribe una hermana contemporánea y muy allegada, una figura ciertamente conocida en Lyon la de este sacerdote venerable, sólidamente constituido, de talla menor a la media, cabeza grande con espesos cabellos grises, gran barba, ojos profundos y vivaces... Daba una impresión de fortaleza, de voluntad silenciosa difícil de resistir”[3].
Por su lado, el P. Planque experimentó  una muy buena impresión. Está de nuevo lleno de esperanza y los proyectos marchan bien: “Después de algún tiempo no parece que fueran las mismas. Se han “despabilado” por completo con mis observaciones y se instruyen seriamente. Tienen once novicias de las cuales ¡algunas de una capacidad poco común!”[4] - “Ayer, el P. Cloud asistió a una toma de hábitos en Couzon. Seis postulantes revistieron las libreas de San Francisco y su entusiasmo no era escaso. Se está preparando el futuro para las mujeres de nuestra misión”[5].
Desde el mes de marzo, tres de ellas van al Seminario para ocuparse de la ropa y de la cocina... con la perspectiva, que les encanta, de una próxima partida para Dahomey. Y eso no tarda: el 28 de enero de 1868, en el velero Stella Maria, se embarcarán las primeras religiosas tan largamente esperadas en la costa africana. Son cuatro: Hna. Bonaventure, que será la superiora, Hnas. Angèle, Marie du Sacré-Coeur y Saint Bruno y el viaje largo y difícil las conducirá a Porto-Novo donde llegarán el 6 de abril. Inmediatamente, empezarán la obra, es decir las visitas a las chozas, el rescate de los pequeños esclavos, la organización de la escuela. “Darán una vida importante a la misión, escribe el P. Planque, revalorizando a la mujer y permitiéndole fundar la verdadera familia cristiana por casamientos entre fieles”[6].



[1] Estas palabras expresan ciertamente su estima por las Hermanas que el P. Planque anuncia al P. Courdioux la llegada de las cuatro primeras a Porto–Novo en 1868.
[2] Según el libro sobre las Hermanas Franciscanas de la Propagación de la Fe, Je te donnerai les nations en héritage, 1953, p.55
[3] Op. cit., pp.55 y 56
[4] Carta de Planque al P. Courdioux, 17.11.1867.
[5] Carta de Planque al mismo, 15.12.1867.
[6] Carta de Planque al Consejo Central de la Propagación de la fe, 11.4.1868 - cf. otras cartas en 1868 y 1869.